
Pasteles de Bilbao, pequeños placeres para todos los días

Aunque los visitantes no suelen prestarles demasiada atención, es en los dulces de a diario donde los bilbainos encuentran sus pequeñas dosis de placer.
En Bilbao esta tradición permanece sorprendentemente presente en la vida de sus ciudadanos. Su pastelería tradicional, con alrededor de media docena de piezas “imprescindibles”, no ha cedido ni un centímetro ante los envites de la pastelería industrial o la guerra contra las calorías.
De tradición cafetera, la ciudad está llena de cafeterías y bares donde miles de personas hacen un paréntesis diario para disfrutar de un café con leche (bien cargado de café y con leche concentrada) con alguno de los pasteles icónicos. Las pastelerías se llenan día tras día de elegantes hombres de negocios, hordas de amas de casa e incluso adolescentes en sus descansos lectivos que se llevan una o mil piezas para su disfrute individual o colectivo.
Se podría decir que la pastelería ha sido desde siempre, en Bilbao, lo que los pintxos aspiran a ser desde hace no tantos lustros: la alta cocina en dosis diarias y al alcance de cualquiera.




Carolina
Es un pastel de merengue de aspecto tan peculiar como omnipresente. Cuenta con una base de masa quebrada, unos “michelines” de suave merengue y dos adornos, uno en cada lado, de yema de huevo y chocolate. Es uno de esos dulces que rara vez alcanza en sabor y aroma lo que su aspecto promete.
Pastel de arroz
Como su mismo nombre indica, este pastelito no lleva ni un grano de arroz en su elaboración. Es una tartaleta de algo entre masa quebrada y hojaldre relleno de una crema esponjosa a medio camino entre la crema pastelera y una quesada.
Cristina
Este otro pastel con nombre de mujer es, en esencia, un bollo suizo, con su azúcar esparcido por encima, a veces tostado. Imprescindible acompañar a esta pieza con un gran vaso de café con leche bien cargado o de chocolate caliente.
Bollo de mantequilla
Es el rey indiscutible de la pastelería bilbaína de a diario. Algo tan sencillo como un bollo suizo abierto por la mitad y relleno de mantequilla batida de pastelería (nada que ver con la mantequilla que acostumbramos a comprar, ésta es mucho más cremosa, algo a medio camino entre la mantequilla “normal” y la nata montada). Casi todas las pastelerías de la ciudad y una lista interminable de cafeterías, bares y tiendas, ofrecen este dulce.
El Jesuita
El jesuita es un triángulo de hojaldre cubierto con glasa real. Los hay rellenos de crema pastelera o de cabello de ángel. Riquísimo.
