20 años sin Eduardo Chillida

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Este 19 de agosto se ha celebrado el 20.º aniversario de la muerte de Eduardo Chillida (Donostia-San Sebastián, 1924-2002), uno de los escultores más influyentes del siglo XX con una brillante trayectoria internacional. Dos décadas después Chillida Leku recuerda la brillante trayectoria del artista a nivel nacional e internacional.

"Recordar a mi padre cuando se cumplen 20 años de su muerte es volver a revivir sus grandes gestas en el mundo del arte. Él estaría muy contento de saber que un museo como Chillida Leku no solo sigue guardando y cuidando el legado que durante tantos años creó para todos nosotros sino que su obra sigue suscitando el interés de públicos de diferentes generaciones", comenta Luis Chillida, hijo del escultor, en nombre de la Sucesión de Eduardo Chillida.
“El museo, cuya principal misión es difundir la obra y el pensamiento de Eduardo Chillida, alberga el corpus de obra más amplio y representativo que se conserva, así como el archivo que recoge el legado documental del artista", comenta Mireia Massagué, directora de Chillida Leku. "Es emocionante recordar su figura y su obra ahora que se cumplen 20 años de su muerte”.

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Con 18 años fue portero de la Real Sociedad, la afición le apodaba “el gato” por su agilidad para saltar, pero una lesión en la rodilla le obligó a abandonar el fútbol.
Gracias a una beca, Eduardo Chillida se trasladó a París en 1948 donde realizó sus primeras esculturas figurativas en yeso (1948-1949) influenciado por la Grecia arcaica. Con ellas recibió un temprano reconocimiento exponiendo en el Salon de Mai de 1949. Un año más tarde, expuso por primera vez en una colectiva de la Galerie Maeght dedicada a artistas emergentes. Fueron años fundamentales de aprendizaje y experimentación.
En 1951 sufrió una crisis artística y abandonó la capital francesa para regresar al País Vasco donde se reencontró con sus raíces y descubrió el hierro. Un año antes se casó con Pilar Belzunce y en 1951 nació la primera de sus ocho hijos. La vuelta a su tierra supuso el inicio de una obra marcada por un lenguaje más personal. Así nació Ilarik su primera escultura abstracta en conexión con las estelas funerarias. Sus obras encuentran inspiración en la naturaleza, la música y el universo, y parten de un cuestionamiento esencialmente filosófico.

A pesar de fijar su residencia en el País Vasco, en aquellos años viajó a París con frecuencia y estableció un gran vínculo con Aimé Maeght y su galería. Chillida fue uno de los artistas más jóvenes de Maeght junto a Chagall, Miró, Calder o Giacometti.
En 1954 se inició en la obra pública con las puertas para la Basílica de Aránzazu. Sus obras destinadas al espacio público, más de 40, se encuentran ubicadas en ciudades de todo el mundo, condensan preocupaciones en relación con el espacio, la escala y la arquitectura, y aluden a valores universales como la tolerancia o la libertad.
Eduardo Chillida comenzó muy pronto a recibir reconocimientos por su trabajo. En 1958 le fueron otorgados el Graham Foundation Award en Chicago y el Gran Premio Internacional de Escultura de la Bienal de Venecia. A partir de ahí, los galardones fueron constantes, del premio Kandinsky en 1960, al Wilhelm Lehmbruck en 1966, del Kaissering alemán en 1985 al Praemium Imperiale de Japón en 1991.

Actualmente su obra está presente en colecciones de todo el mundo y se ha mostrado en más de 500 muestras individuales. En 1966 se organizó la primera retrospectiva en el Museo de Bellas Artes de Houston y a finales de los años 70 se consagró como uno de los escultores más importantes del siglo XX. En 1980 expuso consecutivamente en el Guggenheim de Nueva York, Palacio de Cristal de Madrid y, por primera vez en el País Vasco, en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
El Museo Reina Sofía acogió su mayor retrospectiva en 1998, el Museo Guggenheim de Bilbao lo hizo en 1999 y el Martin-Gropius-Bau de Berlín en 1991. Inaugurado el nuevo milenio las muestras del artista se sucedieron en el Jeu de Paume de París en 2001, en el Museo Hermitage de San Petersburgo en 2003, en la Fundación Joan Miró de Barcelona en 2003, en el Mie Prefectural Art Museum, Tsu City de Japón en 2006, en el Graphikmuseum Pablo Picasso Münster 2012 de Wiesbaden en 2017, en el Rijksmuseum de los Países Bajos en 2018 y en Somerset en 2021. Además, han sido numerosas las muestras dedicadas al escultor en galerías de diferentes países.
En septiembre de 2000 se inauguró Chillida Leku, un lugar elegido por el artista como seña de identidad, con la finalidad de mostrar al mundo su obra en diálogo con la naturaleza y cuya pieza central es el caserío Zabalaga. Eduardo Chillida falleció en San Sebastián en agosto de 2002, sin ver materializado otro de sus grandes proyectos, un gran monumento a la tolerancia en el corazón de la montaña Tindaya en Fuerteventura.

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