Las maquilladoras de las estrellas

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Más de 25 años maquillando profesionalmente por medio mundo a las mejores actrices y actores, un Goya y el reconocimiento unánime del sector, hacen de Karmele Soler un referente internacional en el mundo del maquillaje de cine y televisión. Junto a sus hermanas, Amaia y Naroa, forman un equipo que también ofrece sus servicios a clientela variada con ganas de lucir bella en eventos como bodas y otras celebraciones.
A muchas niñas les gusta el maquillaje pero muy pocas piensan en hacer de ello su profesión. ¿Cómo fue su caso?
No era exactamente del mundo del maquillaje, pero mi madre fue la primera esteticista de San Sebastián. Ella tenía un espacio de estética en una perfumería y allí empezó a trabajar. Me imagino que de entonces me vino a mí la afición por el maquillaje. Al principio a mis padres no les parecía bien que me dedicara a esto y me obligaron a estudiar otras cosas “de fundamento”. A final estudié estética aquí, en San Sebastián, luego maquillaje profesional en Madrid y luego maquillaje para cine en París.

¿Cómo se inició profesionalmente en el sector?
Cuando fui a Paris ya había empezado a trabajar y lo tenía como meta. Empecé trabajando en el cine vasco. Tuve la suerte que estuve en los momentos adecuados en en el sitio adecuado, que fue cuando se abrieron los estudios de ETB [la televisión pública vasca] en Miramón. Mandé currículums, en esa época aquí no había maquilladores, me entrevistaron y empecé a trabajar allí. Hacía payasos, cocineros y Duncan Du.
Luego ETB produjo unas películas en euskera y a través de productoras de aquí y de Madrid empezó la bola a rodar. Mi primera película en Madrid fue “El mejor de los tiempos” de Felipe Vega con Itziar Bollaín de actriz, luego cuando Itziar se puso a dirigir me llamó para trabajar con ella.
¿Qué es lo mejor y lo peor de su trabajo?
Lo más agradecido es la belleza, trabajar con una actriz guapa es muy gratificante. También me gusta mucho trabajar con personas mayores, con mucha vida, con mucha historia en sus caras. Muchas veces la gente comenta lo guapa que sale una actriz pero no se plantean el trabajo de maquillaje que hay detrás, piensan que ella es siempre así. La verdad es que puede ser una actriz muy guapa pero, además, sale mucho más guapa en la peli de lo que es en realidad.
Hay un trabajazo que el espectador no ve y eso es bueno. Lo más difícil es lograr cambios sin que se note. El fin es que el espectador se sorprenda con los cambios del personaje. Lo más complejo, mantener el racord [relación de continuidad entre los diferentes planos de una filmación].

“Lo mismo que hacemos
para las actrices de cine
lo hacemos para
nuestras clientas”
¿Cambian mucho tras la pantalla?
Hay actrices que las ves por la calle y no te llaman la atención, para nada. Son monas, pero como hay muchas chicas monas. Pero se ponen delante de una cámara y se convierten en bellezones. Hay actrices muy normalitas, bajitas en proporción, pero que delante de una cámara…¡ miden dos metros! Es la fotogenia. Marta Etura o Elena Anaya son el ejemplo de actrices que al natural son chicas muy monas pero que si se ponen delante una cámara se convierten en enormes.
¿El maquillaje lo decide el director de la película o usted? ¿Se dejan aconsejar?
Hay de todo. Hay directores que sí te marcan mucho y otros que piensan que sobre el tema tú sabes más de eso que ellos y te dejan hacer. También hay directos que lo tienen muy claro y que saben muy bien lo que quieren. Siempre te piden consejo y propuestas. Yo primero me leo el guion, lo desgloso y hago un trabajo previo enorme. Almodóvar [con quién hizo “Hable con ella” y “La piel que habito”] siempre me decía “tú propón, siempre propón”. Es un caso de director que tiene un criterio muy muy definido.
Su otra vertiente profesional es la dedicada al maquillaje, digamos “normal”…
Si, hemos ampliado el estudio y damos también el servicio de peinado, que antes no ofrecíamos. Lo mismo que hacemos para las actrices de cine o televisión lo hacemos la gente “normal”. La única diferencia es que los procesos son más cortos.
Nos llaman para servicios de maquillajes de bodas, eventos, etc. O vienen a nuestro estudio o nos trasladamos al hotel o donde se encuentre el cliente. La prueba de maquillaje la hacemos siempre en el estudio pero luego, como en las películas, nos trasladamos con nuestros baúles a donde nos digan…
¿Existen también modas en lo referido al maquillaje de bodas?
Ahora se va más como se quiere ir. Antes había como unas normas más rígidas de cómo tenía que ir la novia, con maquillajes muy determinados. Ahora la novia va como le gusta, con un labio granate o un ojo haumado, morena, blanca, como quiera. Eso a nosotras nos da mucha libertad para asesorarles. Siempre que no se note mucho, que esté guapa y que no se salga de tiesto.
Una boda es un día que se tienen que reconocer ellas mismas, no se pueden disfrazar. Tampoco pueden ir muy modernas porque esas fotos tienen que durar en el tiempo. Que sean fotos que dentro de 10 años no te den la risa. La clave es buscar ese equilibrio entre lo actual, lo favorecedor y lo atemporal. Maquillar es resaltar, dar forma dando o quitando volumen, con claroscuros… y todo ello con productos se mantengan en el tiempo, cómo los que usamos en el cine.
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