Bakio, surfeando sobre el txakoli

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Las colinas verdes, salpicadas de caseríos, que rodean Bakio se acuestan sobre una bella playa de albero y miran un pequeño puerto. En su cultura popular y su gastronomía se mezclan las tradiciones marineras y las de la campiña. Los rebaños de ovejas miran al mar y los viñedos que dan uno de los mejores txakolis del País Vasco maduran siguiendo las evoluciones de los surfistas.
Dos de las montañas que marcan la orografía de Bizkaia, Sollube y Jata, vuelcan Bakio sobre el mar y separan su territorio del interior, del mismo modo que generan un microclima suave que ha hecho de la localidad uno de los tradicionales puntos de veraneo e incluso, desde la mejora de las comunicaciones por carretera, de residencia. Con todo, Bakio mantiene su identidad, una densidad más que razonable y un sabor propio.
La costa de Bakio, a poco más de media hora en coche desde Bilbao, ofrece seis kilómetros de playa, acantilados, calas y paseos. La playa es la más extensa de Bizkaia. La ausencia de actividad industrial importante ha mantenido la limpieza de sus aguas y desde hace más de una década ha ido sumando certificados de calidad ambiental y banderas azules. El oleaje y los vientos de la cala han convertido a Bakio en punto de encuentro de amantes del surf, kasyaksurf o waveski, siendo punto habitual de celebración de competiciones de carácter estatal o internacional.
El txakoli
El mismo microclima que puebla la playa de Bakio de bañistas facilita el desarrollo de excelentes productos hortofrutícolas. A las tradicionales alubias negras, se añaden los pimientos verdes, el tomate, los espárragos, las frutas. Pero si algún producto se ha identificado históricamente con la localidad, incluso en el cancionero popular, ha sido el txakoli, ese vino joven y afrutado típico de la zona. Excelentes bodegas e incluso el Museo del Txakoli - Txakolingunea, se radican en Bakio. Cada 19 de marzo el municipio alberga la fiesta de presentación de la nueva cosecha.
Playa, surf, bosques, gastronomía, txakoli y buenas gentes. ¿Que más se puede pedir para sentir cómo pasa el tiempo? Si tiene alguna duda, elija Bakio.
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