Parque doña Casilda, naturaleza en pleno centro de Bilbao

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El lugar ideal para hacer un alto en el camino y seguir posteriormente el recorrido por los lugares de mayor interés de la ciudad, como el palacio Euskalduna o el museo de Bellas Artes, ambos lindantes con el parque.
Con más de 85.200 metros cuadrados, en su interior alberga una gran vegetación con más de 1500 especies botánicas: árboles como los magnolios o plataneros, y flores como las nissias sylvaticas, magnolias glandifloras, sóforas... Asimismo dentro del parque podemos encontrar un estanque de patos flanqueado por barquilleros, lo que le ha conferido el apodo de “Parque de los Patos”.

También cuenta con un tiovivo de estilo clásico, canchas de baloncesto, “la pérgola” que funciona como escenario para actuaciones, una fuente cibernética con juego de luces y sonido durante los meses de vacaciones y una amplia zona de juegos infantiles.
En sus campos se encuentran el homenaje al payaso Tonetti , escultura de Eduardo Chillida, y la efigie de Casilda de Iturrizar y Urquijo, de Aureliano Valle.

Este parque es el lugar ideal
para descansar, junto
al Museo de Bellas Artes
Doña Casilda
El parque de Doña Casilda debe su nombre a la viuda de D. Tomás José Joaquín de Epalza y Zubaran, un hombre de negocios y uno de los fundadores de Banco Bilbao, quien amasó una gran fortuna y fue una persona prominente en lo social. El matrimonio no tuvo hijos. Tras la muerte de su esposo, doña Casilda comenzó un periodo de colaboración con los más desfavorecidos de la villa. Así, financió la construcción de las escuelas del Tívoli, luego llamadas en su honor “Viuda de Epalza”, colaboró con la Sociedad Coral de Bilbao, creó unas becas para los alumnos aventajados de las escuelas públicas de la ciudad. También ayudó a los Claretianos del barrio de San Francisco, las Siervas de Jesús de La Naja y los Agustinos de Portugalete y, a su muerte, dejó importantes sumas de dinero para la Casa de Misericordia y el Hospital Civil. Murió en su residencia, ubicada en la calle que lleva su nombre, Viuda de Epalza, en cuya fachada existe una placa conmemorativa.

Más de 100 años de historia
Con casi 100 años de historia (su construcción comenzó en 1907), el principal parque de la Villa es una obra de estilo romántico del arquitecto Ricardo Bastida y el ingeniero Juan de Eguiraun. Desde su apertura, ha ido evolucionando y renovándose, siempre conservando el encanto que le confiere su majestuoso estanque plagado de patos y flanqueado por barquilleros, una estampa imborrable en la memoria de todo bilbaíno. En los últimos años, sus infraestructuras se han ido ampliando y cuenta ya con un tiovivo de estilo clásico, dos canchas de baloncesto, una fuente cibernética, un escenario para actuaciones (‘La Pérgola’) y la cafetería del Museo de Bellas Artes, que expande su terraza sobre el parque. Actualmente está en proceso de ampliación para unirse al renovado área de Abandoibarra.
Años 60
Durante muchas generaciones el parque de Doña Casilda ha sido un lugar de encuentro y paseo obligado para todo/as lo/as bilbaíno/as. En los años 60, podíamos encontrar a las “añas” (mujeres que cuidaban de los niño/as de las familias bilbaínas) bien peinadas con moños y vestidas con elegantes trajes de encaje. Aquellas niñeras sacaban a pasear a los niño/as por este bonito parque, donde jugaban a ser piratas y naúfragos con las hojas caídas de los árboles. En el parque entonces, estaba el patatero con aquéllas deliciosas patatas en cucuruchos de papel (¡qué ricas….!), el barquillero con el barril rojo lleno de barquillos artesanos y piruletas de caramelo, el kiosko dónde se alquilaban las bicicletas y aquéllos triciclos de grandes ruedas, en fin artesanos y cosas del Bilbao del siglo pasado. Ahora, todo parece más moderno y actual, pero ahí sigue el estanque de los patos, el kiosko, los columpios, la pérgola, el museo de Bellas Artes… todos conviviendo y a la sombra de los nuevos edificios del siglo XXI.
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