Tolosa, mercados tradicionales y el queso Idiazabal

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En el corazón de Gipuzkoa, un gran laberinto de hierba y montes verdes alberga la esencia más pura de la cultura vasca, sus costumbres y su idioma, el euskera. Entre sus estrechos y cautivadores valles encontramos innumerables rincones singulares con un aroma rural y auténtico donde podrás acariciar ovejas, intercambiar impresiones con los baserritarras y mancharte las manos haciendo pan o queso. ¡Y probándolo!

Ongi etorri a este pequeño paraíso verde. En el camino desde Tolosa hasta el Parque Natural de Aralar podemos disfrutar de la esencia del interior de Gipuzkoa en estado puro. Empezando por Tolosa, capital de Gipuzkoa en el siglo XIX, donde sus palacios y casas solariegas nos acompañan hasta su conocida plaza del Tinglado. Aquí, cada sábado tiene lugar un animado mercado de producto local, donde baserritarras ofrecen sus joyas de temporada, uno de los secretos de la gastronomía guipuzcoana.

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Y además de por su agenda cultural (con los Carnavales como máximo exponente), Tolosa destaca por su magnífica gastronomía: las alubias (su producto estrella), las txuletas (aquí se “inventaron” los asadores), las guindillas (los “langostinos de Ibarra”) y la repostería (son famosos sus “Tejas y Cigarrillos”) atrapan el paladar del visitante y, por supuesto, de los locales.

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Si seguimos guiados por nuestra pasión gastronómica, en la zona del Goierri y si coincide en miércoles, allí podremos encontrarnos con el Mercado de Ordizia, cuyos orígenes se remontan al siglo XI-XII, que reúne a vendedores de productos agrícolas y ganaderos de toda la comarca. Además, si alguna vez has oído hablar del queso Idiazabal o te apasiona este producto, no podrías estar en un lugar mejor.

Y si entre tanto disfrute gastronómico, aún echas en falta un mayor contacto con la naturaleza, el Parque Natural Aralar y su cumbre, el Txindoki, están a tiro. Paseando por el parque, nos cruzaremos con caballos y ovejas, montañeros y excursionistas que saludan al cruzarse y las nubes pasan. Mientras, nos dejamos asombrar por la luz que ensalza aún más la cima de los 1.331 metros de altura del Txindoki, que representa la estampa más reconocible de la montaña guipuzcoana.

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